La hacienda San Francisco fue fundada hacia 1857 por compra que hizo Albino Manzanilla Cámara de un antiguo huerto que, según la tradición local, perteneció a los franciscanos del convento de Santa Clara, Dzidzantún. Continuas compras posteriores la hicieron crecer hasta alcanzar 9600 hs, extendiéndose sobre lo que actualmente constituyen los municipios de Dzidzantún, Dzilam y Temax.
Liberal, progresista e ilustrado, Albino Manzanilla, la dotó de planta de luz, teléfono, escuela, sala de baile, capilla, tortillería, la imprescindible “tienda de raya” (donde se vendían artículos de consumo básico para los peones) e incluso –en 1904- de un hospital de sobrio estilo neoclásico compuesto de administración, cuatro pabellones, un quirófano y casa del médico.
En la época de auge, don Albino hizo construir un poblado completo para sus más de 2000 trabajadores, en patrón de retícula, con esquinas ochavadas y un pozo artesiano en cada encrucijada. Divididos a manera de barrios, habitaban en él, a más de los trabajadores libres calificados y semi calificados, cuatro grupos de acasillados: mayas, yaquis, mestizos y coreanos.
Dedicada primordialmente a la explotación henequenera, diversificó sus actividades con la ganadería (llegó a poseer once ranchos ganaderos), la venta de granos (maíz), pieles, frutas (cocos, naranjas), leña, carbón y sal marina. Gracias a la introducción de una potente maquinaria destacó en la producción de fibra de henequén de tal manera que en algún momento se le consideró la hacienda más productiva de todo Yucatán, raspándose 600 mil pencas diarias (Bracamonte, 1990). Así, por dar sólo un ejemplo, el libro de cuentas de 1933 (pocos años antes de ser fraccionada), apunta que para ese año se calculaba: “desfibrar 54,088,530 hojas que se tomarán de 2.163,541 matas de henequén en una extensión de 18,030 mecates1 líquidos, calculando a 120 matas por mecate y suponiendo un producto de 25 hojas por mata al año con un promedio general de todos los plantíos de henequén de la hacienda de San Francisco, de 28 kilos de fibra por millar de hojas . Estas hojas producirán la cantidad de 7,767 pacas de a 195 kilos de filamento, o sea 1,514,565 kilos de producto total”
A sus lados se observan los cerros de sal, y al frente las ciénagas de donde se extraía. La expropiación realizada por el Gobierno mexicano para dotar con tierras a los campesinos (que la dejó con menos de 300 hectáreas), el fraccionamiento derivado de repartos familiares, así como la caída del mercado henequenero por la invención de las fibras sintéticas, provocaron su ruina paulatina. Terminó siendo desvalijada por propios y extraños. Veletas de Chicago, muebles austriacos, pisos franceses, vigas belgas, tejas marsellesas y maquinaria inglesa pasaron a ser un simple recuerdo en la memoria colectiva. .
Tras 23 años de abandono y saqueo fue adquirida por la familia Ruz Sosa, que desde enero de 1995 ha venido consolidando las estructuras arquitectónicas que estaban aún en pie, jardinando más de cinco hectáreas del entorno con plantas de la región y otras adecuadas al clima local, y rehabilitando los campos de cultivo a fin de recuperar parte de su antigua funcionalidad.